Hay en el hogar de Leo y Emilie un ambiente festivo y dulcemente caótico que no sabemos si nace de la pequeña multitud que la ocupa, de la naturaleza alegre de esa multitud, de su bilingüismo o de la reciente llegada de Nicola, que encuentra el lugar perfecto para ser dibujado, como no podía ser de otro modo, en el centro de la casa, en una mecedora, y en los brazos de su madre. Nosotros asumimos que dibujar niños es adaptarse a su ritmo, cambiante y sorprendente, y disfrutamos del reto de dibujarles ignorando por una vez el cronómetro que impone las fronteras de los dibujos. Cuando los niños se acuestan descubrimos el encanto de esa pareja que se conocieron gracias a las hortalizas, y que se atreven con unas poses desnudas y llenas de ternura y nos recuerdan, ahora que estamos lanzados a ese otro proyecto del dibujo erótico, que ni toda desnudez es erotismo, ni toda vestimenta es púdica. Y que no hay mejor mejor lugar para celebrar un cumpleaños que los brazos de la persona amada.