Víctor nos confiesan que lo suyo fue un flechazo en un encuentro fortuito, de esos que le cambian a uno la vida para siempre. El destino les guiñó el ojo en Nueva York, en donde ambos estaban de visita, y desde entonces ellos solos se han estado guiñando el ojo en el skype, en vuelos fugaces España-USA o Venezuela-España, hasta que finalmente se dieron el "sí, quiero" y se regalan esta sesión en la que pueden posar juntos, por fin, sin un billete de vuelta que interrumpa el encuentro.
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Víctor quiere mantener la belleza elegante de Valentina en el punto de mira de nuestros cuadernos, pero sus habilidades se van desgranando durante la sesión, y además de ser un excelente cocinero, es un piloto de primera. Después de posar, orgulloso, con uno de sus trofeos es el momento de nuestra pose favorita, la de la pareja que se mira a los ojos.
Ahí está el trofeo de haber sabido atrapar al vuelo la oportunidad que el destino les brindó.
Eso es lo que más nos gusta.